
Llegados a un punto de desencuentro total, la comunicación y el diálogo son imposibles de restaurar en la pareja, los motivos son diversos en el entramado de la convivencia. Uno de los pilares fundamentales, la confianza, puede encontrarse demasiado resentida en ocasiones casi perdida. Son demasiadas emociones difíciles de manejar y el descontrol puede ocasionar daños irreparables no sólo para la pareja, también para terceros, hijos, abuelos, amistades… Llegados a este punto resulta conveniente plantearse una ruptura, lo cual no significa que los desacuerdos desaparezcan.
La separación de una pareja o el divorcio de un matrimonio produce elevados costes emocionales y económicos. No obstante, para aquellas parejas casadas o no casadas que deseen iniciar su ruptura de manera civilizada y necesiten encontrar el apoyo y ayuda precisos para realizar de forma menos conflictiva la determinante solución, existe la opción de acudir a un mediador familiar.
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